miércoles, 19 de mayo de 2010

Ciudadanos y partidos políticos, desaparecidos en Chiapas

Simulacro de elecciones, próximamente.

Ciudadanos y partidos políticos, desaparecidos en Chiapas

Fernando Arévalo.
Tuxtla Gutiérrez. No es cuestión de semanas, sino de horas, a lo mucho algunos días, para que el asunto de las candidaturas a ayuntamientos y diputaciones sea resuelto por los diversos partidos políticos. Luego de ello, por cerca de un mes, las campañas proselitistas ocuparán marquesinas y vitrinas. Tal es el tema hoy en los uniformes medios de comunicación masiva de la entidad. También lo es de quienes se ostentan como duchos en 'política', principalmente entre aquellos que tienen un modo de vida chambista –que no burocrático.
Quién, y quiénes con aquel, parecen ser los puntos de interés para este tipo de comentaristas, quienes han perdido de vista lo fundamental al dejar prácticamente de lado los por qués y/o para qués de dichas candidaturas, de la misma manera que invisibilizan el qué proponen para resolver cuáles problemas de la ciudad-entidad y sobre todo el cómo le van a hacer.
Esto ha sido así en los últimos años en los procesos electorales en los cuales pareció tener mayor importancia la forma, mejor dicho la apariencia, o sea, la imagen pública de tal o cual candidato, en relación a sus propuestas políticas y proyectos de resolución de problemas de nuestras ciudades, municipios, distritos, y en consecuencia de sus habitantes, o sea, de nosotros mismos, quienes hemos sido borrados en estas prácticas seudopolíticas por quienes se asumen como nuestros representantes, pero que en realidad en ningún momento tienen presentes ni nuestras necesidades como tampoco nuestras demandas, por su desconocimiento del medio pero básicamente por anteponer sus intereses.
Esto se debe, entre otras causas, al tipo de campañas electorales que el sistema electoral mexicano, a través de los partidos políticos que tenemos, ha impulsado -desde los intereses de sendos grupos de poder, y que los ciudadanos hemos aceptado sin chistar.
Es decir, nuestra propuesta democrática está hoy por hoy basada en la práctica de marketing electoral y no en la política -como prosecución del interés del pueblo. Nos venden candidatos como si fuesen artículos de consumo y muchos de nosotros los compramos sin leer las ‘letras chiquitas’ del contrato; de hacerlo, caeríamos en la cuenta de que no están 'bien hechos' puesto que no están hechos en México, sino que son tan malos como la fayuca china y algunos otros son importados, vienen made in U.S.A., para el caso nacional.
Así, experimentamos ya una administración federal encabezada por un empresario, exgerente de una firma refresquera trasnacional cuyo lema de campaña fue el 'cambio', el cual sólo lo fue de siglas, porque de fondo las cosas incluso empeoraron. Actualmente vivimos la etapa de consolidación del cambio y usted más que nadie sabe cómo nos va: una inflación galopante negada, una creciente represión policiaca y militar, silenciamiento cuando no criminalización de las protestas populares, marcada pauperización de la población, privatización de servicios públicos, abandono de políticas públicas de Estado, desatención de las responsabilidades gubernativas, y por supuesto, hiperviolencia e inseguridad ciudadana. Claro, entre muchos otros aspectos de la crisis estructural generalizada en la que estamos sumidos.
A nivel local, ha sido común que en Chiapas se nos impongan candidatos -que enseguida son titulares de los gobiernos, estatal o municipal, procedentes del centro del país, desde México, aun con raíces chiapanecas, por un pretendido 'derecho de sangre', a grado tal que en ocasiones se realizaron lecturas convenientes de los preceptos constitucionales a efecto de hacer chiapanecos hasta a los nietos de quienes lo fueron.
Obviamente este tipo de personajes, importados e impostados, son impopulares de origen, puesto que el pueblo los desconoce, de manera que tienen que comprar afecto con recursos públicos ciertamente, para obtener reconocimiento. Así, tenemos que en materia de campañas electorales, de esas que únicamente ocurren en Chiapas, México, los descendientes han de recurrir al recuerdo de sus ancestros para tener la posibilidad de incrustarse en la estructura gobernante de la entidad. Tuvimos, entonces, casos en los que la estrategia de campaña fue la apelación a la memoria. De manera sistemática se apela al recuerdo sobre todo de quienes vivieron la época a la que se pretende aludir. Y con las personas de la tercera edad como aliados se ganó la elección, pues fungieron como líderes de opinión al momento de la votación, y jalaron a sus familiares indecisos.
En un caso reciente, la referida estrategia de campaña se instituyó en el gobierno de manera que tenemos figuras totalmente anacrónicas e inviables en el escenario nacional e internacional, a contracorriente del flujo de la historia, propias de la década de los años de 1980. Es decir, se nos vendió como proyecto de gobierno una fórmula aplicada y aplicable hace tres décadas. Un refrito nos fue vendido como novedad...y lo compramos. Y acto seguido, la 'estrategia' fue la continuidad del proyecto reciclado, más ello no dio buen resultado ya que en manos de un desconocedor tanto del contexto como de la historia local ha resultado en un rotundo fracaso, como lo constituye la campaña de imagen con la que su desgastado equipo comunicador pretendió convertir en carismático a un personaje de principio arrogante.
También tenemos el caso del nieto de un exgobernador quien se caracterizó por su mano dura en los tiempos de la llamada 'guerra sucia', bajo el mandato de Luis Echeverría Álvarez, el cual ahora aspira a continuar con la tradición familiar. Por fortuna, los chiapanecos tenemos memoria. Y el fin de estas historias la conocemos de antemano porque las hemos vivido en carne propia; absolutamente todos ellos regresaron por donde vinieron: ¿quién de nuestros exgobernadores, senadores, diputados, presidentes municipales, transplantados vive entre nosotros?, ¿a quién de ellos reconocemos como vecino?.
Ahora bien, si tenemos experiencia en materia electoral –vaya que la tenemos, puesto que pasamos del sistema de partido de Estado al de Estado partido, (bajo las insignias tricolores, albicelestes, amarillas, rojas, etc.), las preguntas que tenemos que plantearnos como ciudadanos, pero sobre todo como hombres-mujeres históricamente responsables necesariamente serían, ¿cuál es la realidad de nuestra ciudad-municipio?, por cuanto a servicios públicos ¿qué necesidades tenemos?, de la estructura gubernativa ¿qué, quién, funciona y que, quién no?, entre otras.
Es a todas luces innegable que en Chiapas, además de la multiplicidad de problemas de orden nacional, generalizados por todo el país, tenemos los propios, los cuales además están exacerbados: independientemente de aquellos propios de las masas, como analfabetismo, desempleo, insalubridad, debemos sumar otros que retornaron con los neocaciques del poder, entre ellos, el abuso de poder, la censura, el hostigamiento, la persecución, la falta de respeto a las libertades civiles, nepotismo, la corrupción. Por ejemplo: en Tuxtla Gutiérrez actualmente se llevan a cabo obras públicas carentes de planeación; se pavimenta una calle –obra a cargo de una empresa constructora amiga, y poco después de ponerse en marcha viene su destrucción: se le hacen boquetes para instalar tuberías de otra medida, con lo cual la rua queda intransitable de nuevo, por decir algo. En otros casos, se construyen banquetas donde ya hay, mientras cientos de calles carecen de dichos andadores. En un fraccionamiento del sur de la ciudad, por poco más de tres años no hubo agua potable por problemas del tanque de almacenamiento, finalmente el constructor no resolvió el problema y aun así se comenzó a llenar el depósito, constituyendo un riesgo inminente para los pobladores. Por si no lo ha observado, la ciudad hoy está más sucia que nunca, puesto que la empresa contratada para el efecto únicamente levanta la basura que quiere.
Esto quiere decir que hay un desorden del gasto público: total, el dinero no es de ellos, y nosotros tampoco les exigimos cuentas ni ellos las rinden. Y entre más obras emprendan, más diezmos obtendrán. ¿Qué argumento justifica una nueva fuente donde recién se construyó una?, y, ¿reconstruir un parque?. El parque de La Marimba está emplazado, y la decisión no se justifica bajo ningún criterio.
Estos puntos debieran ser considerados asimismo por los partidos políticos, para definir candidaturas. Se supone que así debiera ser. En realidad, las candidaturas están definidas de antemano y ninguna voz tuvo la militancia…si es que todavía conservan alguna. Aquel partido que impulse una candidatura basada únicamente en cuestión de imagen o de conveniencia grupal y deje de lado el interés común no debiéramos considerarlo como opción. Incluso, estos entes no pueden ser técnicamente considerados ‘partidos políticos’ en la medida que ya no representan nada ni a nadie. Es tiempo de que exijamos a los supuestos partidos políticos dejen de funcionar, en Chiapas, como agencia de colocaciones. Más bien, lo correcto es exigir termine el secuestro de tales instituciones político-electorales. En su caso, sería preferible abstenerse de votar.
Y tras la faramalla electorera, una vez que se hayan elegido los alcaldes y diputados venideros, todo volverá a la normalidad.

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